Por Lorena Pérez, voluntaria de CVX Ecuador
enviada por la Comunidad Mundial en Leticia (Amazonas, Colombia).
“Aunque reparta todos mis bienes, y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me aprovecha. El amor es paciente, es amable; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo escusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.” (1Cor 13,3-7)
Es uno de mis pasajes favoritos de la Biblia,
muchas veces lo he leído en diferentes contextos de mí vida y siempre ha tocado
muy profundo mi corazón.
En este mes, desde esta triple frontera con
el pequeño aporte que puedo hacer en el equipo pastoral desde este
voluntariado, siento que, a pesar de mí misma, Dios, ese Padre que es Bueno me
va permitiendo vivir con intensidad este trabajo, motivándome a poner el
corazón en lo que hago, me apasiona el contacto con los niños en las escuelas,
quienes en estos meses poco a poco me han ido conociendo y ahora, ya se acercan
con confianza y familiaridad. Les
encanta pronunciar mi nombre gritando “Lorena” para llamar mi atención, yo
volteo a verlos, les guiño el ojo y les sonrío, ellos responden mi sonrisa y se
acercan para que los abrace. Tal vez, tanto ellos como yo, lo hacemos por
necesidad, sí, necesidad de afecto, de cercanía, de sentir el amor de Dios a
través del otro. Qué bueno y gratificante es dar y recibir un abrazo,
deberíamos hacerlo con más frecuencia, con certeza crearíamos más lazos y menos
muros en el mundo.
Soy una persona de muy pocos rezos, es más,
probablemente con suerte aprendí el Padre Nuestro, el Ave María, (Alma de
Cristo y Tomad Señor y recibid) solo cuando entré en CVX. Nunca me ha gustado
repetir oraciones ya elaboradas, prefiero orar con mis propias palabras,
tratando que brote lo que llevo en mi corazón, a veces cuando no siento
inspiración para orar, opto por quedarme en silencio y dejar que se hablen y se
encuentren los corazones. Por eso tal vez la forma de evangelizar que más me
agrada es la pastoral del acompañamiento, del simplemente estar, conversar
sobre un tema, escuchar, cuestionar y motivar esos deseos profundos que van
saliendo de las personas con quienes voy compartiendo, niños o adultos, hombres
o mujeres, ancianos o jóvenes. [...]
(Seguir
leyendo el artículo publicado en el blog de CVX en América Latina: http://www.lacvx.org/2017/04/desde-la-amazonia-no-sonar-como-latas.html)